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EL BIENESTAR DEL COLABORADOR EN TIEMPO DE CRISIS

Desde hace algún tiempo he tenido  el privilegio de trabajar con la Cooperativa CREA. La consideraba —y sigo considerando— uno de mis clientes más comprometidos. Inversiones bien direccionadas, procesos de diagnóstico reales, formación estratégica a su equipo humano… todo apuntaba hacia un cambio auténtico.

A pesar de los desafíos, hicieron lo que pudieron. Aun en medio de limitaciones, eligieron mirar hacia dentro, mejorar, capacitar, escuchar.  Supieron hacer lo posible.  Pero a veces, ni el esfuerzo más honesto alcanza para ganar una guerra que ya venía desbordada.

Hoy, más allá de lo institucional, pienso en las personas. En quienes caminaron conmigo en procesos de mejora, en quienes creyeron, en quienes pusieron el corazón, y hoy pasan los momentos de estrés más fuerte, y aquí recuerdo cuando fui desvinculada, cuando se termina un período qué queda?  y como la empresa debería ayudar a su personal?

Pues, queda la incertidumbre y el estrés,  la inestabilidad emocional y el temor al juicio externo, sus familias preocupadas, la cantidad de preguntas individuales y colectivas, esto conlleva afección a su estabilidad mental, su motivación e inclusive su sentido de propósito.  Con ello una desafortunada sobrecarga laboral por la operatividad que desata la intervención, adicionando ruptura de vínculos, pues muchas relaciones laborales se recienten, aparecen roces, silencios incómodos, distanciamiento, el clima laboral se vuelve tenso y frío.

Es en estos duros momentos en donde el verdadero liderazgo debería aparecer, ese liderazgo compañía, ejemplo, el cuidador del bienestar emocional, aquel que debe salir del escritorio y acudir al escritorio de cada uno de los integrantes de su equipo, con una comunicación abierta transparente incluso si las respuestas son duras, poner palabras al dolor y validar lo que sienten sus colaboradores.

Más allá de los balances, informes o intervenciones lo que queda es cómo tratamos a las personas, hablar de bienestar emocional no detiene la crisis, pero si cambia radicalmente la forma en que se vive el momento y se pueda resistir el ruido.

Ahora;  los clientes también sufren miedo, frustración, rabia y claro todo ello lo descargan sobre el personal que sigue sirviendo en el frente, en la primera línea, aquellos que deben mirar a los ojos de los clientes y sostener conversaciones, incluso sin tener las respuestas claras.  Como siempre lo digo en mis talleres hoy más que nunca debemos ser supremamente empáticos y compasivos, haciendo sentir al cliente que en realidad les importan, aún en medio del caos.

Y, lo que si debe quedar hoy es  una empresa que  emocionalmente sostiene a sus equipos para que ellos puedan sostener a sus clientes.

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